Etiqueta¿Y si…?

Síndrome del impostor

S

No sé como explicarte esto, pero voy a intentarlo. Debería funcionar si hago uso de sus habilidades; al fin y al cabo estoy atrapado en la mente y en el cuerpo de alguien que pretende ser escritor, aunque noto que le oprime la duda y no confía en sus capacidades ni en la escasa experiencia que ha adquirido durante este último año. En cualquier caso, son las herramientas que tengo y no tiene sentido lamentarse por ello. Puede que sean útiles. Con un poco de suerte, quizás en el próximo salto recuerde algo más y empiece a tirar del hilo.

Salto. Me gusta la palabra. Sí, no está mal esto de haber caído en un escritor, aunque sea novel y poco reconocido, casi anónimo. Si consigo que este relato llegue a tener una difusión considerable, mis probabilidades de que lo leas desde la próxima envoltura no serán tan escasas como las que hoy tengo de encontrar mi pasado.

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Once segundos

O

—Todos los sistemas en verde, Cheyenne. Preparados para la cuenta atrás —informa Vincent Cohen a través del comunicador de su traje.
Cuenta atrás comenzando. 15 minutos para inicio del proceso de apertura manual.

La humanidad al completo está pegada a sus pantallas, siguiendo la retransmisión en directo desde la cara oculta de la luna. La guerra civil que asola el planeta continuará después, si es que existe ese después. Dos mil millones de personas presencian como los Aperturistas acarician su objetivo. Los Precavidos no se dan por vencidos, pero su ataque a las instalaciones del Monte Cheyenne resulta tan desesperado como inútil. Los tres selenautas podrán llevar a cabo su misión aunque destruyan todas y cada una de las dependencias militares terrestres, y ya es tarde para una ofensiva directa a la luna. Los Aperturistas saldrán victoriosos de la guerra de la misma forma en que ganaron las recientes elecciones mundiales: contra todo pronóstico y ante la sorpresa e indignación de los Precavidos.

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Coronavirus: cómo ha cambiado nuestras vidas

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Tras los primeros días de incertidumbre desde que el gobierno decretara el estado de alarma, la mayoría de los ciudadanos se ha adaptado a esta nueva y curiosa forma de convivencia con responsabilidad y valentía. Hoy repasamos cómo les ha cambiado la vida a algunos de los protagonistas anónimos de esta crisis y responderemos a sus dudas sobre la pandemia con la ayuda del doctor en virología Javier De la Calle.

En Madrid, el parque de El Retiro es, hoy por hoy, uno de los lugares más concurridos del país. Alfredo fue de los numerosos vecinos agraciados en el sorteo de parcelas, así que, por suerte, su familia no ha tenido que alejarse demasiado de su vivienda. No suele pasar mucho tiempo con ellos en su nuevo hogar por motivos de trabajo, así que no ha sido fácil conseguir reunirles a todos en el parque para este artículo: Alfredo es soldador, y en sus profundas ojeras se evidencia la falta de sueño.

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El fin de Arquímedes

E

Recostado en su tumbona, Simplicio alargó la mano en busca del cóctel de la mesilla, sin dejar de seguir con la mirada la línea por la que danzaba sin avanzar realmente del sesudo tratado que leía con avidez inusitada: “Principia Absurde”. Se llevó la séptima copa a los labios, cuando una sensación extraña le hizo detenerse antes de beber; algo le faltaba al movimiento ritual que llevaba horas repitiendo. El gesto debía venir acompañado del aroma de la ginebra, el frescor de las gotas de condensación en la yema de sus dedos… y algo más. El sonido. Eso era, el sonido del entrechocar de los hielos y el cristal se había sentido apagado, amortiguado. Apartó el libro y miró el recipiente. El hielo no estaba donde debía, flotando como pequeños barcos mercantes que transportaban el frescor del ártico hasta su bebida y su acalorado gaznate. En lugar de eso, parecía haberse depositado en el fondo, junto a las especias.

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Y nada más que la verdad

Y

“Estamos atravesando dificultades técnicas. O más bien psiquiátricas. Porque se está liando parda en la sala del realizador. No sé si volveremos, hagan zapping o lo que les de la gana. Yo me voy”. Lo último que se escuchó antes del pitido de la carta de ajuste fue “¿Pero esto qué es? ¡¿Pero esto qué eees?!”

Gonzalo era un tipo sencillo. Por no decir simple, que podría llevarnos a pensar que no tenía muchas luces. No era eso, que también. Era que no le daba muchas vueltas a las cosas, se conformaba con lo que tenía y disfrutaba de la rutina, cosa difícil de encontrar en el mundo en el que vivimos. Era un tipo feliz.

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Mírame

M

—Extiende tus manos sobre la mesa con las palmas hacia arriba. No tengas miedo, sólo voy a poner las mías sobre las tuyas, así. —La pequeña miraba nerviosa las abultadas venas del dorso de las manos de Xavier—. Ahora cierra los ojos. Imagina que ayer te acostaste y estás dormida. Estás soñando, es un sueño muy agradable, y te encantaría seguir soñando para siempre ese sueño. ¿Vale? ¿Lo tienes? —La pequeña asintió—. Venga, ahora, vas a despertar. Abre los ojos. Mírame.

Para Xavier, el ritual era innecesario, le bastaba con tomar a alguien de las manos y mirarle a los ojos. Pero tras más de veinte años usando su habilidad con miles de niños, había aprendido que así era más fácil que no desviaran la mirada al instante buscando algo más entretenido que los ojos grises de un viejo. No es que necesitara mucho tiempo para descubrir su potencial, sólo eran unos segundos, pero para un niño eso podía ser demasiado.

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La Gran Trufa Sabrosa

L

Pim siempre había sido un cerdo muy prudente. Un poco introvertido quizás, y siempre muy respetuoso con los demás. Puede que fuera así precisamente porque su hermano Pam era un auténtico dolor de pezuñas. Dicen que no puedes recordar nada de lo que has vivido antes de dejar la Teta de Mamá, pero Pim estaba seguro de recordar cómo le frustraba que Pam le mordiera el rabo y le quitara siempre su Pezón favorito. Así que no pudo evitar negar con la cabeza y resoplar por el hocico cuando le vio abriéndose paso a empujones entre la multitud. Le avergonzaba.

—¡Quita, quita! ¡Yo primero, yo primero! —gritó Pam, empujando a sus primos.

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10 años de estro anual

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Publicado originalmente en 25minutos el 14/5/2040 por Pilar Jiménez.

Todos conocen ya la historia. La aparición del cometa, la alergia generalizada, y la posterior alerta global de aquel “año sin embarazos”. El tiempo ha puesto todo en su lugar y, por suerte para todos, los peores presagios no se cumplieron. La vida sigue, y en 25minutos seguimos contándola tal como es. De modo que hoy, 10 años después del primer estro, repasamos cómo ha afectado la llegada del estro anual a la vida de la gente normal: su trabajo, sus relaciones familiares, su vida social, su día a día.

Después de despedir a su última alumna, Araceli Huerta nos recibe con una amplia sonrisa. Matrona de profesión, ahora dedica la mayor parte del año a enseñar su especialidad a otras enfermeras. Apoyada en su mesa, señala al fondo del aula: “El primer año no se cabía, había gente de pie por allí, una vez una alumna se subió a ese armario y estuvo ahí durante toda la clase”.

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