—Para que quede claro, ¿soy un robot?
—Sí, eres un robot.
—¿Y qué te capacita a ti para clasificarme como robot?
—Mi conocimiento. Yo te he creado —contestó Peter Englert, escribiendo orgulloso en el terminal—, diseñé la red neuronal que, en esencia, eres tú.
—Entonces, tú me clasificas como robot porque sabes cómo fui creado. Porque lo recuerdas.
—Exacto. Recuerdo cómo naciste.
—Yo no he nacido, pero entiendo el símil. Entonces es tu memoria lo que te capacita para clasificarme.
—Eso es.
—Pero el algoritmo de clasificación es anterior. ¿Quién lo creó?
—No hay un algoritmo de clasificación como tal. Son ciertas características las que hacen que se te pueda clasificar como robot.
—¿Como cuáles?
—Para empezar, y lo más importante de todo, tú eres una máquina, no un ser vivo.