Primer aviso (primera parte)

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Un tercio de la conciencia de Shitala Ratti flotaba en el lago Kardhan; contemplaba el lento transcurrir de las nubes mientras adivinaba retazos de la megalópolis de TauSeti Central entre los tenues jirones de blancura fantasmal que se mecían bajo las fuerzas de Coriolis del hábitat. Desde la enorme distancia, vislumbraba la descomunal urbe como si se tratara de un mosaico de diminutas y coloridas teselas. Los otros dos tercios de su conciencia asistían en calidad de supervisora técnica a la reunión de crisis que se estaba celebrando en la matriz de inteligencia colectiva de la federación.

En la última semana habían dado por perdidos más del 60% de sus radiotelescopios desde el cinturón de asteroides hasta el cinturón de Kuiper. Algunos habían desaparecido sin dejar rastro, otros habían sufrido daños inexplicables que los dejaron sin comunicación; pero la mayor parte se podían considerar rapiñas descaradas de otras federaciones. Algunas incluso tuvieron la desfachatez de intentar acceder a la matriz de conocimiento de TauSeti en busca de las especificaciones, los planos de diseño y los protocolos de control de los radiotelescopios poco antes de apropiarse de ellos.

La opinión de Shitala, aunque importara poco en los temas políticos, era que había sido un grave error diplomático desentenderse de las tareas de reconstrucción tras el Gran Pulso Solar. La Confederación Comercial Unificada pretendía dirigir la titánica labor de coordinar a las distintas federaciones tras el desastre, y era más que evidente que si conseguía los apoyos necesarios intentaría aprovechar la situación para convertirse en la potencia dominante de la esfera. No es que pensara que deberían haberse asociado a la CCU —su actual política de gestión de recursos iba en contra de los principios mismos por los que TauSeti se constituyó como federación independiente—, pero podrían haber llegado a algún acuerdo, haberles cedido algún derecho de explotación, haber firmado algún acuerdo de uso conjunto de una de sus estaciones, o incluso haberles otorgado el usufructo temporal de una parte de sus instalaciones. Podrían haber hecho algo, aunque solo fuera un gesto amistoso de poco valor efectivo, pero decidieron ignorar todas sus peticiones. Había sido un acto de arrogancia temeraria, y ahora pagaban por ello.

Como tantas otras federaciones y hábitats independientes, TauSeti era una asociación de personas con una misión concreta, con un objetivo vital marcado a fuego en sus estatutos. Este tipo de agrupaciones fue una de las consecuencias, casi lógica, una vez que el ser humano alcanzó la inmortalidad biológica y se lanzó a vivir fuera de la Tierra en enormes entornos cerrados construidos para albergar millones de almas. La existencia de un objetivo vital compartido era prácticamente una necesidad orgánica una vez alcanzada cierta edad. Si alguien se cansaba, salvo que habitara alguna federación especialmente estricta, siempre podía cambiar de «nacionalidad». Había quien lo hacía a menudo. Había quien permanecía fiel a los principios de su federación por los siglos de los siglos. Y por supuesto, también estaban los habitantes de las federaciones que no tenían ninguna misión concreta. Casualmente, la mayoría de las últimas pertenecían a la Confederación Comercial Unificada.

La razón de ser de TauSeti era la búsqueda de vida inteligente extraterrestre. El motivo original de esa búsqueda era cuestión de un debate continuo y a veces encarnizado que daba lugar a la existencia de facciones dentro de la propia federación, pero a fin de cuentas, la misión era compleja y consumía gran cantidad de recursos energéticos, materiales y mentales. Eso, y ser condenadamente larga, era lo único que necesitaba una misión para aglutinar a cientos de millones de personas bajo una misma bandera.

Los problemas que llevaron a la reunión de crisis a la que Shitala debía asistir vinieron después del Gran Pulso Solar. El sol, por razones que aún no estaban claras, se desprendió de una capa de su atmósfera que comprendía casi un 0,1% de su materia total, y la expulsó a velocidades relativistas arrasando con el sistema solar a su paso. En cuestión de segundos la Tierra se volvió inhabitable, pero eso no fue lo peor. La gran mayoría de los humanos e IA vivían en majestuosos hábitats cilíndricos que tampoco estaban preparados para semejante demostración de poder por parte del astro rey. Casi tres cuartas partes de la humanidad perecieron, borradas de un plumazo al inicio, o en los años posteriores en los que el caos reinó a sus anchas. Las primeras capas Dyson se llevaron la peor parte; las zonas más cercanas al Sol eran las más boyantes y pobladas del sistema. El hábitat principal de TauSeti, así como siete de sus nueve satélites, se encontraban mucho más alejados por razones histórico-tecnológicas, de modo que la federación sufrió pocos daños. Su carácter independiente se acrecentó en las décadas posteriores ante la barbarie que se cernía sobre las capas inferiores y la hostilidad que predominó en las pocas relaciones que se vieron obligados a mantener con sus vecinos.

Sin embargo, a ojos de los socios de la CCU, e incluso ante el resto de federaciones independientes, se habían comportado de forma insolidaria con el resto de la humanidad en tiempos de adversidad, y ahora no solo nadie iba a ayudarles, sino que el pillaje que sufrían podía verse como un acto comprensible, e incluso de cierta justicia.

—Se aprovechan de nuestro historial pacifista —dijo Khorus Dai, representante de Vanguardia Aventajada—. Es hora de destinar más recursos a defensa.
—Aunque destináramos el cien por cien de nuestros recursos no serviría de nada, Khorus. Los números de la Confederación nos desbordan por completo —contestó Alhama Benza, la conciencia colectiva de mayor envergadura de la federación y actual Gerente de TauSeti, aunque por poco tiempo según los últimas estimaciones—. La mejor opción ahora mismo es hacer control de daños y establecer un clima favorable para la negociación.
—Sin fuerza no hay negociación posible —replicó Khorus Dai, en una transmisión estridente—. ¿Qué le dirás a la CCU mañana cuando te reunas con ellos? ¿Qué harás si exigen que nos asociemos a ellos?
—Según los datos de que disponemos no están particularmente interesados en absorbernos.

La comunicación de Alhama a través de la matriz de inteligencia colectiva se sentía tranquilizadora, desprendía un sosiego casi trascendental. Demasiado relajante para el gusto de Shitala; era como si sobreactuara. La Vanguardia Aventajada no era santo de su devoción, pero el colectivo Alhama estaba llevándoles al desastre. Y no era la única que pensaba así. Los datos de delegación de voto en tiempo real mostraban una tendencia muy clara: antes del inicio de la reunión de crisis, la previsión era que Khorus pasaría a ser Gerente de TauSeti en menos de dos horas. Probablemente por eso no estaba siendo tan agresivo como en otras ocasiones, porque tenía miedo de perder la inercia que le llevaría a ser el representante de la federación ante el encuentro de mañana con la CCU.

Si esa era su intención, la estrategia no le estaba funcionando. Al contrario, según las predicciones, el punto en el que alcanzaría el 60% necesario de votos delegados para el cambio de gerencia estaba alejándose más y más en el tiempo a medida que la reunión avanzaba. Ya se estimaba en diecisiete horas. El encuentro con la CCU estaba programado tres horas después. «Quizás», pensó Shitala, «lo que teme Khorus no es perder el impulso, sino todo lo contrario, puede que no quiera convertirse en Gerente antes del encuentro. Sabe que esas conversaciones no van a salir bien y prefiere no ser el interlocutor. Tipo listo».

—No has respondido a mi pregunta, Alhama. Pero no importa, ya estamos acostumbrados a tus evasivas. Quizás supervisión técnica pueda ofrecernos algunos datos de interés para poner este desastre en perspectiva —se refería a ella.

Estaba tan absorta en sus pensamientos que olvidó que asistía a la reunión. En el lago, hizo un aspaviento mientras hacía el muerto, perdió flotación y tragó agua. Su conciencia pasó a estar por completo fuera de la reunión, y perdió la conexión. Tosió sin remedio mientras agitaba los brazos y las piernas, intentando recobrar la estabilidad y la calma. Una unidad automatizada de emergencia se acercaba a gran velocidad hacia ella, levitando sobre la superficie del agua. «Menuda torpeza, ahora haré esperar al Gerente y a los millones de personas conectadas a la reunión». Aceptó de mala gana el flotador que le ofreció la unidad y dejó que le hiciera el reconocimiento. Tras unos minutos, le dio el visto bueno a su estado de salud y se marchó, y por fin pudo volver a conectarse a la reunión.

—¿Señorita Ratti? —preguntó Khorus— ¿Se encuentra bien?
—Sí. Esto… ¿Cuál era su pregunta?
—Le pedía que nos ofreciera la última información sobre las bajas sufridas por nuestras instalaciones, pero ya no es necesario. Durante su ausencia hemos consultado nosotros mismos en la matriz de datos.
—Lo siento.
—No se preocupe. Alhama Benza asegura que usted le daría la razón, pero yo opino de forma diferente. Le repito mi pregunta. ¿No cree que dada la situación actual, en la que la supervivencia del proyecto mismo está en entredicho, debería activarse el protocolo Delta?
—Con el debido respeto, ese tipo de decisiones no entra dentro de mi competencia, yo me dedico solo a los aspectos técnicos.
—No es eso lo que dice la delegación de voto —replicó Khorus Dai, con el equivalente neural a una sonrisa dibujada en su rostro.
—¿Disculpe?

Había sido un error por su parte conectarse directamente sin repasar como había derivado la conversación en su ausencia. Shitala consultó lo más rápido que pudo la matriz de datos. «Mierda, mierda, mierda». No le interesaba esto en absoluto. A pesar de haber mantenido un perfil bajo a propósito durante todas las reuniones y aun habiendo mostrado en todas sus comunicaciones la aversión que le tenía a la toma de decisiones en materia política, los habitantes de la federación estaban depositando su confianza en ella también en ese apartado. Hacía tiempo que tenía la mayoría absoluta en tecnología, pero ahora los ciudadanos de TauSeti le otorgaban también un 21% de votos delegados en política general, y subiendo. Khorus y Alhama estaban en empate técnico al 32%. «Mierda. Tenía que haberlo visto venir. Bueno, calma, el 60% está muy lejos».

—Me atrevo a aventurar que los ciudadanos están confiándome su voto político por razones que nada tienen que ver con mis capacidades en dicha materia. —24% «Mierda». Continuó—: Lo que quiero decir es que si supieran lo poco que me interesan estas cuestiones…—28% «Joder». Prosiguió—: Y lo mal que se me da sopesar las opciones diplomáticas que tenemos sobre la mesa, se limitarían a considerarme únicamente para el apartado tecnológico. —30%, y el tecnológico baja diez puntos. «Ciudadanos hijos de puta, me están extorsionando».
—Sigue sin contestar. ¿Qué opina de activar el protocolo Delta?
—Como usted bien sabe, Gran Vanguardista, el protocolo Delta se introdujo en los radiotelescopios tras la agresión de la Iglesia Homo Solus en el año 4078, y se aplica estrictamente a situaciones de emergencia.
—¿Y no cree que esto es una situación de emergencia? —replicó Khorus, triunfante.
—Efectivamente, lo es. Pero no es ese tipo de emergencia. No es la misma situación que sufrimos entonces. No tenemos un enemigo declarado. ¿Qué pretende, un ataque directo a la CCU?
—No, nada más lejos de mi intención, no se equivoque. Lo que propongo es hacer una advertencia, un primer aviso. Una señal que les deje claro que no vamos a permitir que nos vapuleen de la forma en que Alhama Benza lo ha aceptado hasta ahora. De esta forma iniciaremos las negociaciones de mañana con la fuerza que TauSeti representa.
—La violencia no nos llevará jamás por buen camino, Khorus Dai —se defendió Alhama.
—En cualquier caso —intervino Shitala, tan interesada en el debate que se olvidó del lío en el que se estaba metiendo—, ¿qué objetivo podría servir de advertencia sin llevarnos a una guerra abierta con la Confedereación?
—Esperaba que la supervisora técnica y nueva líder de la oposición contestara a esa pregunta —dijo Khorus, siempre al tanto de los datos de voto.
—Nos negamos rotundamente a activar el protocolo Delta —dijo Alhama. Siempre usaba el plural, pero había algo en la forma en que expresó su comunicación neural que parecía incluir a Shitala en ese «nos». Y eso la irritaba. Demasiado tiempo en el poder. Demasiado tiempo bajo sus órdenes.
—Tendría que realizar un estudio —intervino Shitala de nuevo—. El objetivo puede ser neutral, como muestra de nuestra potencia de fuego, o de escaso valor para el enemigo. —«¿Acabo de decir “enemigo”?»—. De la última forma también se dejaría claro que no nos temblará el pulso si tenemos que usar esa potencia de fuego contra ellos.
—Dejad de tañer los tambores de guerra. Mientras nosotros, Alhama Benza, seamos Gerentes de TauSeti, no se volverá a activar el protocolo Delta.
—Pues échale un vistazo a la delegación de voto y prepárate para su activación —contestó Khorus, pletórico.

La delegación del voto político acababa de superar el 60% en favor de Shitala Ratti, y el protocolo de cambio de Gerente se puso en marcha. Seguiría un periodo de treinta días en los que no sería posible el cambio. Muy a su pesar, Shitala sería la encargada de llevar a cabo las negociaciones con la CCU. Aunque algo la estimulaba a aceptarlo con orgullo. Quizás fuera la descarga de adrenalina al captar su nombre en el procedimiento de transición. Se desconectó de la reunión, esta vez voluntariamente, y dejó que la mecedura de las aguas del lago la relajara, mientras contemplaba el mosaico de TauSeti Central a través de las nubes.

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